APCS-MA. por Jorge P. Colmán. Han pasado ya muchos años del desentierro y descubrimiento en el cementerio de Grand Bourg, de cientos de asesinados por la dictadura militar, todavía la ciudadanía y gobierno de Malvinas Argentinas no emplaza en el lugar un recordatorio de tan tristes sucesos.
Mucha responsabilidad tienen los sucesivos gobiernos locales, que han intentado ocultar u omitir tan horrenda historia, muchos de los cuerpos todavía no han sido identificados y esperan silenciosos los progresos de la justicia.
El cementerio de Grand Bourg es uno de los sitios que la memoria histórica de este pueblo no puede olvidar. Forma parte del ocultamiento del genocidio más reciente que ha vivido el pueblo argentino. Otros cementerios también fueron investigados con resultados positivos, pero el de Grand Bourg fue uno de los primeros.
En una serie de notas en NOTIMALVINAS iremos recreando/recuperando las historias y documentos que los funcionarios ignoran u ocultan, estas deberán formar parte de un proyecto que presentaremos en el HCD de Malvinas Argentinas con el fin de instalar en el Cementerio de Grand Bourg una placa, un monumento o algún señalamiento para las generaciones futuras.
Este primer documento recuerda a Leticia Akselman (18 años), una estudiante secundaria de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios). Desapareció el 12 de junio de 1976 y fue asesinada en lo que se denominó “El triple crimen de Del Viso” el 3 de julio de 1976 (Leticia Mabel Akselman, Federico Martul y Gabriel Dunayevich).
El relato de Juana Lucía Comas nos traslada al momento de su desaparición: “…En la mañana de ese día iba a la casa de una amiga que vivía en Lomas de Zamora a una reunión y el Ejército la interceptó en la mitad del trayecto. Estuvo detenida en el “Vesubio” y después la trasladaron a Campo de Mayo. A los dos días de su secuestro le allanaron la casa a mi abuela, robaron todo y quemaron algunos libros. Unos días después volvieron…”
De ella nada supieron, hasta que el trabajo del EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense) recupero el cuerpo de Leticia en la Asesoría Pericial de La Plata.
El encuentro de sus restos generó la posibilidad legal de continuar con los juicios al ex-General Suarez Mason. La ley de Punto Final del presidente Raúl Alfonsín había puesto un límite a la presentación de nuevas causas, pero el encuentro de Leticia Akselman (tres días antes) no permitió la injusticia de tan nefasta ley.
Este es el relato de como encontraron el cuerpo y cual el contexto en que se encontraron los otros restos del cementerio (esto lo trataremos en otra nota).
“…Esto es todo lo que hay, dijo el empleado, con un gesto de la mano no carente de gracia…”
Bolsas negras de residuos. Más de un centenar. Llenas de huesos.
En la profundidad de la Asesoría Pericial de La Plata, Alejandro y Darío suspiraron y contemplaron el panorama. Dentro de esas bolsas estaban los restos de 127 NN exhumados del cementerio de Grand Bourg por personal no del todo familiar con las delicadezas de la arqueología. Muchas de las bolsas habían perdido su etiqueta identificadora, o la conservaban con números ilegibles. A menudo no se habían separado bien los restos; ciertas bolsas carecían de cráneos mientras que otras tenían dos. Los huesos no estaban numerados ni limpios. Bastó con que abriesen un par de bolsas para descubrir que además guardaban tierra, hongos, gusanos y arañas.
El primer signo de que podían estar en presencia de los restos de Leticia Akselman fue el cabello. Las fotos con que contaban mostraban su pelo ensortijado y abundante.
El resto de las pruebas fueron igualmente auspiciosas: se trataba de los restos óseos de una mujer de la misma edad, peso y estatura que Leticia. Las placas dentales coincidían. Y el informe de autopsia de 1976 daba cuenta de diversos disparos en la cabeza. En ausencia de los proyectiles –la bolsa tenía de todo, menos postas o casquillos-, un estudio radiológico reveló que sobre los huesos del cráneo había microscópicas esquirlas de bala.
El 19 de febrero de 1997, tres días antes del plazo fijado por la Ley de Punto Final, un juez procesó al general Guillermo Suárez Mason por el asesinato de Leticia Akselman. Suárez Mason era un genocida nato. Al más puro estilo de sus antecesores nazis, gustaba de pavonearse delante de sus víctimas, definiéndose como el Señor de la Vida y de la Muerte.
La pequeña victoria del Equipo no fue subrayada por ninguna celebración.
No había tiempo que perder. Se pueden hacer tantas cosas en tres días.
Este último relato esta extraído de “Los exhumadores de historias” de Marcelo Figueras (relato del trabajo e historia del EAAF)
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