Un tribunal le permite a bussi hacer preguntas a los testigos
Represor con licencia para interrogar
Es una decisión inédita en los procesos por violaciones a los derechos humanos que fue admitida por el tribunal que juzga los delitos de lesa humanidad ocurridos en Tucumán. Las organizaciones de derechos humanos piden que se revea la medida.
M.N.
22.02.2010
Ya no llora. Bussi hizo preguntas con voz firme en la audiencia del jueves último.
–¿Cómo es que está vivo? ¿O fue usted un detenido privilegiado?
–El único privilegio que teníamos era respirar.
Esta vez Antonio Domingo Bussi no lloró. Al formular la pregunta, rememoró su rol de jefe del terrorismo de Estado tucumano y desde el banquillo de los acusados interrogó a uno de los testigos. En una decisión inédita en juicios por delitos de lesa humanidad, el Tribunal Oral le dio luz verde. De traje oscuro y pecho inflado, el represor miró a los ojos al sobreviviente Osvaldo Pérez y avanzó. La querella y los organismos intentaron frenar el interrogatorio. “La actitud es intimidante. Exponer a las víctimas a sus verdugos es revictimizarlos”, se indignó Julia Vitar, abogada de la agrupación HIJOS.
La escena se vivió el jueves pasado en la segunda audiencia del juicio oral que investiga las violaciones a los derechos humanos cometidos en el centro clandestino que funcionó en la Jefatura de Policía de Tucumán. Además de Bussi, el proceso cuenta con otros imputados, como el ex jefe del III Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y los ex militares Albino Zimmerman y Alberto Cattáneo.
Si bien no existe una normativa penal que le impida a los acusados hacer preguntas a los testigos, una decena de organismos tucumanos alertaron sobre la resolución del tribunal compuesto por Carlos Jiménez Montilla, Gabriel Casas y Josefina Curi: “Nos encontramos ante delitos que, por su especialidad, requieren de parte de sus juzgadores una actitud de especial cuidado y respeto”. En el mismo comunicado, pusieron especial énfasis en lo “gravísimo” que es, psicológicamente, “que una víctima vuelva a soportar las preguntas intimidatorias de sus verdugos”.
La necesidad de preservar a víctimas, familiares y sobrevivientes de delitos de lesa humanidad, y de darles un tratamiento diferenciado respecto de las víctimas de delitos comunes, fue reconocida internacionalmente en numerosas oportunidades, por ejemplo, por Naciones Unidas en 1985. El Tribunal Oral tucumano decidió ignorar estas recomendaciones y privilegiar un estricto derecho a la defensa que, técnicamente, los imputados podrían delegar en sus abogados.
El jueves, el “Chaqueño” Pérez respondió inmutable las preguntas de Bussi. Incluso, cuando el ex general le discutió cómo estaban ubicados los polvorines en el arsenal donde Pérez estuvo secuestrado. “Eso no se lo voy a discutir –respondió el sobreviviente–. Usted lo sabe mejor que nadie. Usted era dueño y señor de ese lugar”.
–El único privilegio que teníamos era respirar.
Esta vez Antonio Domingo Bussi no lloró. Al formular la pregunta, rememoró su rol de jefe del terrorismo de Estado tucumano y desde el banquillo de los acusados interrogó a uno de los testigos. En una decisión inédita en juicios por delitos de lesa humanidad, el Tribunal Oral le dio luz verde. De traje oscuro y pecho inflado, el represor miró a los ojos al sobreviviente Osvaldo Pérez y avanzó. La querella y los organismos intentaron frenar el interrogatorio. “La actitud es intimidante. Exponer a las víctimas a sus verdugos es revictimizarlos”, se indignó Julia Vitar, abogada de la agrupación HIJOS.
La escena se vivió el jueves pasado en la segunda audiencia del juicio oral que investiga las violaciones a los derechos humanos cometidos en el centro clandestino que funcionó en la Jefatura de Policía de Tucumán. Además de Bussi, el proceso cuenta con otros imputados, como el ex jefe del III Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y los ex militares Albino Zimmerman y Alberto Cattáneo.
Si bien no existe una normativa penal que le impida a los acusados hacer preguntas a los testigos, una decena de organismos tucumanos alertaron sobre la resolución del tribunal compuesto por Carlos Jiménez Montilla, Gabriel Casas y Josefina Curi: “Nos encontramos ante delitos que, por su especialidad, requieren de parte de sus juzgadores una actitud de especial cuidado y respeto”. En el mismo comunicado, pusieron especial énfasis en lo “gravísimo” que es, psicológicamente, “que una víctima vuelva a soportar las preguntas intimidatorias de sus verdugos”.
La necesidad de preservar a víctimas, familiares y sobrevivientes de delitos de lesa humanidad, y de darles un tratamiento diferenciado respecto de las víctimas de delitos comunes, fue reconocida internacionalmente en numerosas oportunidades, por ejemplo, por Naciones Unidas en 1985. El Tribunal Oral tucumano decidió ignorar estas recomendaciones y privilegiar un estricto derecho a la defensa que, técnicamente, los imputados podrían delegar en sus abogados.
El jueves, el “Chaqueño” Pérez respondió inmutable las preguntas de Bussi. Incluso, cuando el ex general le discutió cómo estaban ubicados los polvorines en el arsenal donde Pérez estuvo secuestrado. “Eso no se lo voy a discutir –respondió el sobreviviente–. Usted lo sabe mejor que nadie. Usted era dueño y señor de ese lugar”.
Fuente: www.criticadigital.com.
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Causa La Jefatura: "En el Arsenal fusilaron entre 800 y 1000 personas"
Declaró el testigo de la querella Osvaldo Pérez quien estuvo detenido durante un año en el ex Arsenal Miguel de Azcuenaga. Aseguró que lo vio a Bussi y Zimmerman entrar a ese antro de torturas. Relató las condiciones a que eran sometidos los detenidos. Vio morir a compañeros. En varias oportunidades “sentí olor a carne quemada”, destacó.
Y reveló que mientras estuvo detenido vio embarazadas y chicas menores.
Una larga jornada, fue la tercera en el juicio por el centro clandestino de detención que funcionaba en la jefatura de policías durante la última dictadura militar. Ayer comenzó la ronda de testigos y Osvaldo Humberto Pérez fue el último en declarar. Su testimonio tuvo solidez. Incluso le respondió sin tapujos, al verdugo de su gente, Antonio Domingo Bussi, que sobre el final quiso recordar viejos tiempos de torturas psicológicas.
Pérez estudiaba Ciencias Económicas en Tucumán desde 1972. Nació en el Chaco y pertenecía a una agrupación estudiantil llamada Grupo de Base Independiente (GBI) de su facultad. En el 76 fue detenido. Pasó por varios lugares hasta desembocar en el ex Arsenal Miguel de Azcuenaga. Estuvo allí un año entero.
El testigo solicitado por la abogada querellante, Laura Figueroa comentó que mientras estuvo detenido observó traslados de personas desde diferentes provincias y lugares. Incluso gente que era llevada desde La Jefatura hasta el Arsenal.
Aseveró que entre tantos desaparecidos vio a la familia Rondoletto, a Leandro Fote, al senador Márquez, a Canto hermano de quien ahora canta en el Dúo Coplanacu y lo que más llamó la atención fue cuando describió a Víctor Zafaró. Precisó que era militante de un movimiento estudiantil y fue trasladado desde La Jefatura hasta el Arsenal. Llegó con el brazo quebrado “y de a poco se le hizo gangrena”, estableció. “No teníamos ningún tipo de atención. Nunca lo curaron, nosotros muchas veces le sacábamos los gusanos. Finalmente murió en el Arsenal”, dijo.
Sobre la familia Rondoletto dijo que por el jefe de la guardia se enteró que al padre e hijo lo fusilaron juntos en el Arsenal.
Lo más sorprendente fue cuando el testigo precisó que “en el ex Arsenal se fusilaron entre 800 y 1000 personas”. También sostuvo que durante su estadía sintió en varias oportunidades “olor a carne quemada”.
Entre las personas que vio en ese centro clandestino de detención nombró a Bussi, al coronel Zimmerman, Lamas y al militar Augusto Nemme. A varios jefes de la gendarmería, ya que el lugar era custodiado por esa fuerza.
Cuando la querella preguntó sobre las condiciones en que estaba detenido, Pérez relató que “no había higiene, nos tenían atados de pies y manos, con los ojos vendados. Pero a medida que pasaba el tiempo se fueron calmando las cosas y nos dejaban cocinar”.
También destacó que conversando con Juan Martín Martín se enteró de que en La Jefatura se producían torturas con picanas, golpes, etc y que estaba al mando “el tuerto” Albornoz acompañado por los hermanos De Cándido.
En su declaración indicó que vio mujeres embarazadas, chicas menores y personas mayores. Y fue elocuente al decir “nuestra perspectiva de vida era el día, la noche la muerte”.
Lo particular fue cuando la querella pidió que los genocidas no le realicen preguntas al testigo debido a que fue víctima. Además solicitaron que esto se extienda al resto de los testigos que están en situaciones similares. El tribunal deliberó la respuesta durante 20 y decidió que si podían preguntar, pero solo siendo concretos, sin arengar.
Luego de que los abogados defensores hicieron sus respectivas preguntas, Bussi tomó la palabra. ¿Cómo hizo para sobrevivir si fusilaron a mil personas?, a lo que Pérez respondió “no tengo idea”.
¿Usted dijo que lo tenían con los ojos vendados y atado, entonces cómo podía ver a los que llegaban o cocinar, usted tenía privilegios? “Si cocinar para los detenidos y después darle la comida a los perros, o lavar las camisas de los gendarmes para que luego te den un poco de yerba es un privilegio…se lo dejo a criterio del tribunal", finalizó.
Fuente:http://www.tucumanhoy.com/ viernes
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